¿Hay uno solo, entre los millones de espectadores de Avatar, que disfrutase al ver caer el árbol sagrado de los na'vi o considerase necesaria su destrucción?
Tal vez esta película nos resulta atractiva por el cómo -los efectos especiales- o tal vez por el qué -la historia o parábola que nos cuenta-. O por las dos cosas.
¿Es una experiencia real en 3D Avatar? Sí, y es fascinante contemplarla. Y esto contribuye a que nos guste la película, quizá en el sentido de McLuhan: el medio es el mensaje.
Pero debe haber algo más, pues ya es un lugar común criticar a una película porque sólo tiene efectos especiales. ¿Qué nos cuenta Avatar?
A/Ecologismo: Pandora es un modelo de Paraíso que revive la teoría de Gaia: la Tierra como un organismo en el que reina la armonía y el equilibrio entre todos sus habitantes. Sin 3D: piensen en el Amazonas o en Monfragüe sin ir más lejos: la lucha de Jesús Garzón frente a los bulldozers del Icona arrasando un paraíso cercano llamado bosque mediterráneo para sustituirlo por productivos eucaliptus es un argumento similar. Economía versus ecología.
B/Alienígenas: Curiosa inversión frente a otras películas de extraterrestres: ellos no llegan en ovnis dispuestos a arrasar la Casa Blanca -por qué no atacarán Hollywood- sino que ahora los invasores somos nosotros. Y un detalle: de no conseguir ese preciado combustible, la supervivencia energética de la Tierra queda seriamente comprometida. Y a los espectadores no parece importarnos.
Pero es que esta cultura alienígena representa la quintaesencia del buen salvaje, una relación hombre-naturaleza que no es de dominio sino de armónica convivencia: el paraíso antes de la manzana.(Tarzán, Mowgli, Kaspar Hauser). Paradójico: hombres inhumanos, alienígenas humanos.
C/Cuerpo. El concepto de avatar recuerda remotamente a Matrix. En esta, los cuerpos son utilizados como fuente de energía creando una ficción para sus conciencias que Matrix hace pasar por la realidad (imaginad a Platón enfundado en un largo abrigo de cuero negro y soltando: “Bienvenidos al desierto de lo real”).
En Avatar la conciencia es anterior y no se duda de la realidad (más aristotélico): la misma conciencia puede habitar otro cuerpo, como en la transmigración. Y, si somos otro cuerpo, somos otros. Es la parte más interesante de la película: el protagonista hace otras cosas porque es o tiene otro cuerpo. Pero ¿acaso no podría cambiar siendo el antiguo marine que era desplazándose en silla de ruedas? Claro que sí, pues más importante que su nueva “corporeización” es el cambio que se produce en su conciencia, espíritu, alma o como queráis llamarlo.
Recordemos la pregunta del principio, y ahora formulemos otra ¿Seguiremos todos callados tras el fracaso de la “cumbre” sobre el cambio climático de Copenhage?
¡Os toca!